A hora tenemos como invitado en esta serie de entrevistas a Ramón Wilson Pastor, Sobrecargo por casi 35 años en activo y ahora jubilado, eligió poner sus alas a descansar, esas que lo llevaron de una ciudad a otra desde 1986 hasta 2020.
Ramón tiene el don de la empatía, sabe hacer amigos y generar relaciones de una forma natural. Goza de una memoria privilegiada, recordando los nombres y los rostros de muchísimos compañeros Sobrecargos con una facilidad que muchos de nosotros vemos como extraordinaria. Recuerda con detalle cómo fue su historia dentro de la aviación y ha archivado numerosos documentos, revistas y fotografías. La historia de Ramón en la aviación es también, sin duda, nuestra historia, la que nos ha tocado vivir a quienes tenemos más de 30 años como Agremiados a la ASSA de México.
Ivonne: Gracias por estar aquí, Ramón, fueron muchos años volando… ¿hace cuánto tiempo que ya no vuelas?
Ramón: Al contrario, gracias por invitarme. No vuelo desde hace poco más de año y medio. Con la situación de la pandemia, pensé que era un buen momento para retirarme. En septiembre de 2020 hice mis últimos vuelos y me retiré en octubre de 2020.
Ivonne: Recuerdo que volamos juntos muchas veces. Pero la vida de la aviación pasa muy rápidamente. Cuéntanos, ¿Dónde naciste?
Ramón: Nací en la Ciudad de México, mi familia es de aquí, en su gran mayoría.

Ivonne: La vida nos va llevando a tener ciertas experiencias. El ser Sobrecargo también nos enseña a estar solos, pasamos tiempo con nuestra familia del aire, convivimos en algunos casos en las pernoctas, pero al final, pasamos mucho tiempo solos.
Ramón: Exactamente, y la vida hay que tomarla tal como se nos va presentando.
Ivonne: Te recuerdo con una excelente actitud, los vuelos contigo eran muy tranquilos y divertidos. ¿Cómo nació en tí la idea de ser Sobrecargo?
Ramón: Se fue forjando poco a poco. Cuando terminé la preparatoria, la esposa de un primo comentó que se necesitaba una persona para la aviación. Recuerdo perfectamente que dijo: “Después de un año de trabajar, te dan boletos para ir a España”. La empresa era IBERIA. Ella me impulsó a presentarme, fui al Sindicato de tierra de dicha compañía, y amablemente me enteraron que la persona requerida debía ser del sexo femenino.
Pero esa fue la primera semilla, yo tenía sólo 18 años de edad. Cercano a mi familia había también un Jefe de Cabina que volaba en AEROMÉXICO, se llamaba Juan Vivanco. Lo veía y pensaba, «qué interesante sería viajar», pero hasta ahí, nunca pensé en nada más. Empecé a estudiar la Licenciatura en Educación Física; la escuela estaba enfrente del Palacio de los Deportes, que es la ruta por la que aterrizan los aviones en el AICM. Me llamaba la atención cuando llegaba el Concorde a México, recuerdo que los vidrios de los salones temblaban y salíamos a verlo. Lo que hizo que me interesara más es que, cuando viajaba en el Metro, veía anuncios de AEROMÉXICO en los que promocionaban viajes a Los Mochis, Cd. Obregón y así, todas las rutas de las pequeñas ciudades del país. Sin saber lo que era realmente el ser Sobrecargo, pensé en que si entraba a trabajar en AEROMÉXICO, conocería todas esas ciudades. Desde el segundo año de la carrera comencé a trabajar, incluso trabajé un año después de recibirme, dando clases. Sin embargo, la idea de entrar a trabajar a AEROMÉXICO seguía en mi cabeza. Decidí entonces acudir a Juanito Vivanco y él me orientó para entrar al Sindicato. Hice mis exámenes y me dieron la carta para presentarme en la compañía. Todo esto ocurrió entre 1985 y 1986.

Ivonne: ¿Nos puedes contar cómo fue tu primer vuelo?
Ramón: Mi primer vuelo fue terrible. Siempre en un primer vuelo va un asesor, eso ya genera estrés. Además, dentro de mi historial en la aviación, es uno de los vuelos que con más turbulencia que haya experimentado, con decirte que en una ruta de hora y media, la mitad fue con turbulencia. Fue a Chihuahua, en un DC9/32, recuerdo que era clase única con 4 Sobrecargos. (En aquellos años también operaba el DC9/15, en el que iban 2 Sobrecargos). Me mareé muchísimo y pensé: “Ahora estoy en un trabajo que nunca imaginé que fuera esta pesadilla”. Recuerdo que el mareo me duró más de 24 horas, porque cuando servía un vaso de agua, servía la mitad de agua afuera del vaso y la mitad adentro. En mi segundo vuelo, que fue a Tucson, tomé el famoso Dramamine, y ya no experimenté mareos. Lo tomé por unas 3 semanas, hasta que ya me acostumbré a volar.
Ivonne: Lo que estamos haciendo en esta sección es compartir nuestras experiencias, para inspirar a aquellas personas que quieran ser sobrecargo, además, para que los pasajeros conozcan lo que está más allá del uniforme que ven a bordo de un avión. En treinta años, ¿crees que cambió el servicio?
Ramón: Definitivamente. Los tipos de servicio, rutas y de aviones eran muy diferentes.
Ivonne: ¿Qué significa para ti ser Sobrecargo?
Ramón: Curiosamente, lo que me había llamado la atención al principio, que era conocer lugares, pasó después a segundo plano. Lo que más me gustaba era tratar con la gente, conocer a las personas, ayudarlas y solucionar los problemas que pudieran presentarse para ellos en el avión, como llenar formas migratorias, por ejemplo.
Ser Sobrecargo es una profesión muy bella, que toda la vida realicé con mucho gusto. Hacer de la experiencia de vuelo una experiencia satisfactoria para todos.

Ivonne: Coméntame de algún vuelo en el que hayas experimentado alguna emergencia, en tus primeros años como Sobrecargo.
Ramón: Ninguna en aquellos tiempos. Quizá alguna vez que no bajaba el tren de aterrizaje. En esos casos, el Capitán mandaba al Primer Oficial para que, a mitad del pasillo, revisara por una mirilla que estaba en el piso, para ver si por fin había bajado el tren de aterrizaje. Los pasajeros estaban un poco alarmados, quizá me pasó esto en un par de ocasiones.
Lo que sí recuerdo con claridad es cuando, el 31 de agosto de 1986, ocurrió el fatídico accidente de Cerritos, California. Una avioneta le pegó a un DC9/32 de AEROMÉXICO en la cola y lo derribó. El avión cayó sobre una escuela en un condado cercano a Los Ángeles. Era el vuelo 498, que cubría la ruta México – Guadalajara – La Paz – Tijuana – Los Ángeles. Yo me enteré en Guadalajara mientras me estaba preparando para bajar al lobby del hotel, para irme con el resto de la tripulación al aeropuerto. Escuché la noticia en el programa de Ricardo Rocha que tenía los domingos a las dos de la tarde, en televisión abierta, que se llamaba “Para gente grande”. Recuerdo que me estaba anudando la corbata y ví las imágenes del empenaje de cola del avión a ras de suelo. Saber que los pasajeros y la tripulación habían fallecido fue una impresión muy dura. Bajé un poco tarde, me preguntaron el porqué del retraso, les dije la razón. Ninguno de ellos sabía nada. Recuerdo que una compañera lloró todo el trayecto del hotel al aeropuerto, alrededor de 40 minutos, los demás fuimos en silencio todo el tiempo. Cuando llegamos a Houston, el personal del hotel nos dió el pésame. El hecho me impactó aún más porque yo, justo había cubierto el vuelo 498 a Los Ángeles 3 días antes. Yo tenía apenas 4 meses volando. En coincidencia, justo cuando me encontraba haciendo trámites para entrar a Aeroméxico en 1986, Mexicana también tuvo un accidente.

Ivonne: También te tocó vivir la quiebra de Aeronaves de México, ¿nos puedes platicar cómo fué?
Ramón: La posibilidad de que la compañía -entonces paraestatal- se declarara en quiebra surgió a raíz de la huelga del Sindicato de Tierra, que comenzó el 12 de abril de 1988. La declaración formal de la quiebra se concretó enseguida, el 19 de abril de ese mismo año.
Ivonne: ¿En dónde estabas cuando te enteraste de la huelga del sindicato de Tierra?
Ramón: Ese día llegaba un poco apresurado al aeropuerto, llegué casi corriendo. Tenía un servicio de reserva, un compañero me vió y me dijo: “ya ni corras, estalló la huelga”. De todos modos firmé mi entrada. Nos concentramos en un hotel enfrente del aeropuerto. Estuvimos unas 6 horas en los jardines del hotel, al rayo de sol, esperando que nos informaran qué hacer. Nada supimos y nos fuimos a nuestras casas.
A la semana, se declaró la quiebra de AERONAVES DE MÉXICO, iniciando el proceso de la sindicatura.

Ivonne: ¿Qué es la sindicatura?
Ramón: Es un órgano de carácter administrativo que, entre otras cuestiones sirve, como en este caso, para vigilar la liquidación de los bienes de manera transparente y eficiente y que los acreedores puedan cobrar.
Ivonne: ¿Qué papel desempeñó el sindicato en todo este proceso?
Ramón: El Sindicato logró mantener la titularidad del contrato con AEROMÉXICO. Tuvimos la suerte, dentro de todo lo malo que, cuando menos, se nos liquidó a los 30 días de la quiebra. La empresa volvió a operar en esos días y vimos una luz de esperanza de recuperar el trabajo. Muchos lo logramos, pero otros lamentablemente no. De contar con alrededor de 1,500 sobrecargos, se comenzó a funcionar nuevamente con menos de 100. De mayo a septiembre la empresa fue administrada por la Sindicatura; y el 1 de octubre de 1988, finalmente, comenzó a funcionar Aerovías de México, S.A. de C.V., conservando el nombre comercial de AEROMÉXICO.
Con esto concluimos la primera parte de una serie de entrevistas, en las cuales haremos una especie de documental. Te esperamos en el siguiente número, en el cual relataremos los inicios de AEROMÉXICO, a finales de los ochenta e inicios de los noventa, en el siglo pasado.
Martha Ivonne Jurado Peña
Secretaria de Prensa
ASSA de México
Julio, 2022
Año 1, Número 3